Imágenes que hicieron temblar a todos los aficionados al tenis ante la visión del partido en la pista central Philippe Chatrier. En las gradas el numeroso público presente sintió de inmediato el momento muy delicado y que la caída había sido algo muy grave.
que paso con Alejandro Zverev fue un episodio que sucede muy pocas veces en una semifinal de un Grand Slam, uno de los cuatro eventos prestigiosos de la temporada. Las ganas de llegar al acto final del torneo parisino, vencer a un gran campeón como Rafael Nadal y perseguir el sueño más buscado desde hace unos años: todo eso se desvaneció en un instante por una pésima caída en una fase crucial del partido, lo que luego llevaría a los dos a jugar el resultado del segundo set en el desempate.
La ruinosa caída y momentos de aprensión especialmente para el hamburgués, en el suelo y con dolor. Varios gritos se lanzaron mientras yacía en el suelo, lo que demuestra que el episodio fue lo suficientemente grave.
Necesitó la ayuda de la silla de ruedas para estabilizar al número 3 del mundo, quien abandonó un momento el lugar para comprender el alcance de la lesión. El cheque confirmó las sospechas y con muletas volvió a la cancha, en medio de los cada vez más sonoros aplausos del público, y dio el pase oficial, entregando la victoria al asturiano, que lo acompañó hasta el juez de silla y luego lo abrazó, obviamente deseándole para él la mejor de las suertes y una pronta recuperación.
Un azulejo feo
Esta es la impactante imagen que muestra claramente el movimiento involuntario del tobillo de Sascha Zverev, quien realmente no pudo hacer nada.
Con la carrera en marcha, muy peleada porque pasadas dos horas aún estaba en marcha el segundo set, la alemana tuvo que izar la bandera blanca por adelantado y no poder seguir batallando en el campo contra la ganadora de 21 títulos de Grand Slam.
Rafa supo, amargamente, sacar provecho de la coyuntura y el domingo se jugará la oportunidad de sumar otro triunfo a su vitrina en la final (sería la 14 en Roland Garros). Mucha mala suerte y pena para el joven de 25 años, que también se juega la chance de convertirse en el número uno del mundo, si obviamente gana el torneo.